Cada día buscamos formas más sofisticadas de diferenciar nuestros productos o servicios, recurriendo a argumentos cada vez más peregrinos… cuando las necesidades básicas de los clientes llevan sin cambiar desde que el mundo es mundo. A veces es convenientevolver a nuestras raíces y reinterpretar al cliente en clave de los 7 pecados, lo que nos puede ayudar a detectar otras necesidades o trabajos no resueltos.
Desde luego es discutible moralmente el hecho de que estos instintos sean más o menos positivos (por algo se les llama pecados), pero la realidad es que tras miles de años de evolución y avance moral, el ser humano sigue estando cortado por patrones similares a los de hace 1.000 años, y que si los entendemos podremos diseñar una propuesta de valor más realista y ajustada. Lo importante es cómo hagamos esa reinterpretación de los pecados capitales:
¿QUE OPINAS?